Sin
duda porque su aparición y acontecer es históricamente cercano en comparación a
los ritmos que venimos estudiando, la Polca reproduce con nitidez el itinerario
Salón Europeo-Salón Americano-Campaña, teoría cara al maestro Carlos Vega. Y
esa misma cercanía trasluce una primacía o eje cultural predominante en Europa
y América desde mediados del siglo XIX en adelante: la supremacía de París.
Dice Vega: “Si un cancionero musical no goza de aceptación en París, es inútil
que viaje con él un millón de hombres; si París le da prestigio, la acción de
un hombre solo basta para determinar su arraigo en cualquier parte. Las cosas
no pasan de pueblo a pueblo, sino de salón a salón.”1
Esto,
al discurrir de temas con predominio rural sugiere cierta dificultad o
confusión, que el mismo Vega se anticipa a esclarecer: “El salón aristocrático,
en cuanto escenario, equivale ala sala
burguesa, a la habitación modesta, al patio suburbano, al rancho campesino, a
la pista de las ramadas, al descampado cubierto de cielo”2.
Dice
un evocador de los “buenos viejos tiempos” parisinos: ”En 1884, toda la vida
frívola de París se conmueve ante la aparición de un nuevo baile, estimado por
Néstor Roqueplán como una obscenidad coreográfica. Se trata de la polca, danza
popular originaria de Bohemia, cuyo nombre procede de la palabra checa pulka, que quiere decir media, o medio
paso. Trasladada al pentagrama por Neruda, músico famoso de Praga, se bailó por
primera vez en los medios de la alta sociedad durante una fiesta celebrada en
el palacio ducal de Baden, donde hizo furor.3 Y agrega: “De
repente, pasó a convertirse en una verdadera epidemia, constituyendo el punto
de máxima atracción de los bailes públicos”4
Un buen ejemplo de la polca y su “epidemia” trae un
clásico de la literatura. Así Rodolfo Boulanguer, palpitando transformarse en
amante de Madame Bovary, la supone con el peor de los males espirituales para
un francés que se precie de tal: el aburrimiento. Así lo sospecha. Y, cínico,
exclama: “¡Y se aburre! ¡Querría vivir en la ciudad, bailar polcas todas las
noches! ¡Pobrecita!”5
Suponer que semejante apogeo musical parisino no tendría
su repercusión por estas costas es desconocer, de un modo cuasi supino, el
entramado cultural del Río de la Plata. Dice Ayerstarán: “En el complejo
proceso de la formación de las danzas populares de un país, la Polca constituye
un clarísimo ejemplo de adaptación al medio ambiente de una especie foránea y
transformación de su condición originaria. La polca llega simultáneamente al
Uruguay (y a la Argentina, agregamos) por la vía del salón y por la vida del
teatro, alrededor de 1845; a fines del pasado siglo ya ha descendido al ámbito
campesino y reordenando su figura para convertirse –como voz de una
colectividad- en una verdadera especie folklórica.”6
Dos o tres factores, al parecer, contribuyeron al
derrame polquero. Por empezar, la propia novedad. En segundo lugar la llegada
del acordeón, su buen “maridaje” –a decir de enólogos- con el ritmo que nos
ocupa. Y tercero y acaso principalmente, la “obscenidad coreográfica” que hemos
citado de… bailar enlazados, como adiós a la pareja suelta y vislumbre del
baile tomados. Y un audaz, para la época, contorneo en su paso. Su
preponderancia, en la provincia, relegó y empolvó las viejas danzas de pareja
suelta interdependiente –el pericón, la media caña- y relegó, asimismo, las
sueltas de pareja independiente, el gato, el triunfo.
La cantidad de variaciones que desde su llegada,
desplegó la Polca diríase que abruma. De “acordeón” y “canaria”, anota el
oriental precitado.7 Y Vega señala: <Bajo ese nombre encontramos muchos elementos de diversas
especies y hasta las especies mismas. Todo “acordeonizado”>8 Finalmente, las “ganadoras” en sumatorias de Polcas son Latour de Botas y
Teresa Barreto, quienes enumeran, en toda la Cuenca del Plata, 14 variantes9.
Y, de igual modo que la literatura francesa, como vimos, trae citas de la
Polca, la nuestra, por intermedio de Ricardo Güiraldes, la describe en su
Segundo Sombra: la Polca de la Silla o “del Pavo”.10
Finalmente y si en verdad el mundo es según se lo
mira, pongamos colorido a la descripción con un comentario rioplatense. Veamos
de qué modo, aquella “obscenidad coreográfica” que escandalizaba críticos
parisinos, termina siendo calificada en estas orillas. La cita la trae
Ayestarán: “<Explicación de este paso clásico, nos la da un cronista del
periódico gauchesco “El Criollo”, editado en Minas, en su número del 19 de
setiembre de 1897: “Pa mi gusto tuito se baila con el mismo trote; un andar de
zorrillo asustado que va rumbiando a la cueva”>11
Tal la Polca, las miradas y juicios sobre su
contundencia.
Francisco Luis Lanusse
Las variantes que he visto practicar en casa de Don
Adolfo Güiraldes son la Polca con Relaciones, la Polca de la Silla, La Polca
del Pavo, que se bailabacon escoba. Y
una muy singular, la Polca de Damas. Era la única en que la dama podía elegir a
su compañero. Esas son las variantes más frecuentes en nuestra zona de Monte,
de Ranchos.
Miguel Hours
1 Carlos Vega, “Panorama de la Música Popular Argentina”, Instituto Nacional de
Musicología “Carlos Vega” Bs. As. 2010, Cap. “Las Promociones Europeas”,, pág.
283
2 Idem,
Cap. “La Música Folklórica”, pág. 77
3 Eduardo Aunós, “Viaje al París de hace cien años”, General de Ediciones S.L.
Madrid, España, 1950, Cap. XIV “Fiestas, Bailes”, pág. 213
8 Carlos Vega, “Panorama de la Música Popular Argentina”, Instituto Nacional de
Musicología “Carlos Vega” Bs. As. 2010, Cap
9 Olga
Fernández Latour de Botas-Teresa Beatriz Barreto, “Léxico de los Bailes
Criollos”, Academia Argentina de Letras, Bs. As., 2012, “Polca (la)”, pág. 204
10 Ricardo Guiraldes, “Don Segundo Sombra”, Emecé, Buenos Aires, 2019, Cap. 11,
pág.258