Integrante,
con el Cielo y la Media Caña, de un “Grupo Trino”1, su nombre remite
al bastonero o conductor, necesario, al parecer, ya por el número de parejas
que lo bailaban, ya por las evoluciones y figuras que ameritaban quien ponga
orden. De allí que a un Cielito que precisara bastonero se lo adjetivaba como
“apericonado”2.
Parecido –como hemos visto- al vínculo del Triste con
Estilo y Tonada, también Pericón y Media Caña son precedidos por el Cielo o
Cielito que, a más de danza, no sólo fue canción: fue el gran canto de la
Independencia.3 Y remite, en su variante canción, a la gauchesca y su fundador, Bartolomé
Hidalgo, creador de cielos con métrica tradicional, flechas corales dirigidas
contra los muros de Montevideo, a inicios de la Independencia.
Acaso de ese germen épico y algunas transmutaciones
posteriores que desembocaron en ambas márgenes del Plata a que el Pericón se
calificado de “Nacional” han hecho que, hasta la fecha, ambas especies anden
siempre en boga en fechas y efemérides patrias.
Si estamos a lo que arrima Ventura Lynch, inicialmente
el Pericón era baile de cuatro,
también con cuatro figuras: demanda o espejo, postrera, cadena y cielo4.
En idéntico sentido señalan Olga Fernández Latour de Botas y Teresa Beatriz
Barreto: <Contradanza criolla que toma para sí el nombre popular adjudicado
al guía del baile o bastonero, “pericón”, estaba compuesta por un número
reducido de figuras>5
Esta definición de “Contradanza criolla” remite a su
fuente musical, de indiscutida genética. Dice Vega: “Si la historia de nuestra
danza es confusa, en cuanto se entremezcla con el Cielito y la Media Caña, su
filiación histórica es clara. El Pericón, probable desprendimiento del Cielito,
debe su origen mediato a los antiguos Branles y Contradanzas de Europa”6.En análogo sentido se expresa Guarneri: “Su origen es canario, siendo una
adaptación de la isa, antigua danza
de las islas canarias”7.
Vega trae un dato imprescindible para entender su
evolución posterior: “Es el baile que sufrió mayor diversidad de influencias coreográficas.
Las Contradanzas posteriores, las Cuadrillas y hasta Los Lanceros, fueron los
modelos de que extrajo figuras a lo largo del siglo XIX y aún en el XX”8.
Según concuerdan estudiosos, el Pericón, junto con las
viejas danzas criollas, venía desfalleciente a partir de la segunda mitad del
siglo XIX. Parecía cargar en sí con aquello de “no morirás, pero te irás
secando…” Veamos como lograron su reacción. Los primeros auxilios los arrimó el
auge del Martín Fierro: “Una de las más penetrantes y efectivas consecuencias
del Martín Fierro fue la primera resurrección de nuestras danzas, entonces
agónicas. El propio poema menciona algunas: el gato, el fandanguillo, el
pericón…”9
Y de pronto el apogeo. Dejemos que Lauro Ayestarán -ya
que la puesta en pie se dio en la capital uruguaya- nos lo refresque: <A
fines de 1889 la célebre compañía de José J. Podestá levanta su circo en
Montevideo y da a conocer el picadero la versión hablada –la primitiva versión
pantomímica data de varios años antes- de “Juan Moreira”. Según el conocido
relato del propio Podestá estampado en su libro “Medio siglo de farándula”,
terminada la representación se le acercó el Doctor Elías Regules, quien le
sugirió que cambiara el Gato que se bailaba en la fiesta campestre por un
Pericón. Al otro día el señor Regules congregó en nuestro local un grupo de
guitarreros orientales conocedores de la música del Pericón y él personalmente
nos dirigió, con tal eficacia, que esa misma noche, sin aviso previo, lo bailamos
ante el público con delirante suceso>.10
El antedicho “extrajo figuras a lo largo del siglo XIX
y aún del XX” que trae Vega, nace de esta resurrección espontánea. Y florecen
pericones autorales, el de Grasso, el “por María”. Y se despliegan agregados
coreográficos: “el circo nómada produjo una resiembra general del pericón, y es
instructivo su proceso. El primer pericón de circo tenía las siguientes figuras:
balanceo, puente, cadena, rueda con relaciones, vals y, acaso, alguna más. En
1896-1897 la versión de Pepe Podestá tenía diez y ocho voces de mando y en 1900
esas voces llegaban a veintitrés. En 1895 el pericón del circo Formento
realizaba treinta voces de mando”11
Y como en sus evoluciones se usaban los pañuelos y lo
que brillaba en efemérides y atento la identidad de colores en sus banderas, el
pericón terminó “Nacional” para los dos países: <Azules y blancos fueron los
pañuelos que alternándose en el pericón, formaban la bandera argentina. Por eso
sin duda se le llamó también “el pericón nacional” tanto en la Argentina como
en el Uruguay, donde los mismos colores nuestros forman su enseña, demostrando
hasta en los instintivos goces y símbolos del pueblo, la identidad de una sola
alma en ambas riberas del Plata.>12
Finalizo con una anécdota personal: hace unos años de
esto, me hallaba en Tacuarembó, República Oriental del Uruguay, en ocasión de
la fiesta de La Patria Gaucha. Días
antes del desfile y coronación se inició el festejo con un Pericón bailado en
la plaza central de la ciudad. En medio de la danza, esta se interrumpe para
que las parejas suelten sus relaciones. Y aquími anécdota y mi sorpresa: un gaucho que bailaba a escasa distancia de
donde me hallaba, suelta su copla… en portugués. Era un gaúcho riograndense. Era el Pericón volandero, riendo de fronteras
cuando lo entrañable manda.
1 Carlos Vega, “Las Danzas Populares Argentinas”, Instituto Nacional de
Musicología “Carlos Vega”, año 1986, T II, “El Pericón” pág. 218
2 Idem,
pág. 213
3 Idem,
“El Cielito” pág. 149
4 Ventura Lynch, “Folklore Bonaerense” Ed. Secretaría de Cultura de la Nación” Bs.As. 1994, Prólogo de Pedro Luis
Barcia, “Folklore Bonaerense”, pág. 69
5 Olga
Fernández Latour de Botas-Teresa Beatriz Barreto, “Léxico de los Bailes
Criollos”, Academia Argentina de Letras, Bs. As., 2012, “Pericón”, pág. 202
6 Carlos Vega, Ob. Cit., “El Pericón” pág. 238
7 Juan
Carlos Guarneri, “Diccionario del lenguaje rioplatense”, Distribuidora Ibana
S.A. Paysandú, Uruguay, 1970, pág. 234 “Pericón”.
8 Idem.
9 Carlos Vega, “Apuntes para la historia del movimiento tradicionalista argentino”,
Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega” Buenos Aires, 1982, Cap. “La
promoción de las danzas criollas”, pág. 50
10 Lauro Ayestarán, “El Folklore Uruguayo”, Ed. Arca SRL, 1979, pág. 64, “La segunda vida del Pericón”
11 Carlos Vega, idem.
12 Ricardo Rojas, “Historia de la Literatura Argentina”, Ed. Kraft, Bs. As,
1960,Tomo I, Cap. X “Poesía dramática
de nuestros campos”, pag. 279