Domingo Bravo analiza su nombre como hibridación del quechua “chacara” –o sus arcaísmos castellanizados “chacara” o “chácara”- y el sufijo “era” por mujer que trabaja en ellas, atribuyendo su origen a una suerte de elección de reina de cosecha en las mingas lugareñas. Y si bien señala que llegó a la Provincia de Buenos Aires, la da nacida en “ambientes quechuas”, esto es Santiago del Estero.¹ Algo similar sostiene Jorge Furt².

Ya apartada del mundo quechua y su idioma –al que aunó con el castellano en antiguas chacareras “overas”- también se menciona esta cuestión de las chacras en cercanías del Río de la Plata. En versión conservada por el Instituto Iberoamericano de Berlín y que pertenece a la Biblioteca Criolla de Roberto Lehmann Nietxche, se canta:

            “Chacarera, chacarera,
            prenda de mi corazón,
            hace por vender tu chacra,
            venite a la población”³

Particularmente conocida en nuestros días, la chacarera es documentalmente pobre en información. Sólo Ventura Lynch, allá por 1883, trae una mención en la provincia, destacando como de mucho bailarse en los pagos de Dolores.⁴

La antiquísima y bonaerense pieza que aquí se desempolva a solo rasgueo como acompañamiento, presenta en sus versos parentesco con letras de Los Amores. Y la copla que menciona el canto del gallo se la puede leer en el Cancionero Popular de Catamarca de Juan Alfonso Carrizo. Donde enseguida en otra copla se menciona, igual que en la pieza que aquí se ofrece, al pago del Tandil, nuevo testimonio de la danza dando vueltas por la provincia:

            “Chacarera, chacarera,
            Chacarera del Tandil,
            ahora que tengo tipa
            no tengo qué sacudir.”⁵

Finalizamos con un recuerdo. Cierta vez interrogamos al maestro y amigo Don Vitillo Abalos sobre la cuna de la Chacarera. En el temor que insinuar su nacimiento en llanuras aledañas al Plata enfriara nuestra relación, el maestro, por el contrario, barajó la posibilidad. Y enseguida, con esa bonhomía tan suya y la S bien marcada, agregó sonriendo:

            -  ¿Pero quién le puso el gustito?