El
propio adjetivo que lo acompaña, al señalar su ámbito geográfico, habla por
contrario imperio de su amplia dispersión por el territorio argentino. Danza de
galanteo, pareja suelta e independiente, el nombre coincide con la intención:
lograr la conquista amorosa de la dama. Pues el mal que busca remedio no es
otro:
“Salí Remedio
salí a curarme
el mal de amor, el que enferma
y no se cura muere en
brazos del dolor”.
El
Noroeste, el Centro, la Llanura, supieron de él. Y en todas las regiones, casi
sin excepción, en sus letras estuvo presente, como en la muestra que aquí se
acompaña, la picaresca propia de este racimo de danzas de procedencia andina:
“Malvas te
doy por remedio con malvas
te has de curar; y si no curas con malvas mal vas en
tu enfermedad”.
Y el
verso casi infaltable de “Salí Remedio salí” con que discurre, al asemejarse a su
congénere “Salí lucero salí”, hablan del nunca desmentido parentesco con el
Escondido norteño.
Con
algunas diferencias coreográficas que hacen a su distingo regional, el Remedio
Pampeano tuvo gran auge en la Provincia en el siglo XIX. Y si, por ejemplo y a
gusto de ponderar artistas, se escucha la versión interpretada por ese gran
guitarrista, cantor y caballero que es Don Atilio Reynoso, al anoticiarnos que:
En toda boticabusco para mi
mal un remedio…
la
sola utilización del sinónimo arcaico con que se menta a las farmacias, nos
trae el gusto de ese mosto de las cosas añosas, con pátinas de tiempo.