“En
la provincia brasileña de Pernambuco significa enredos y ambages; de origen
bunda, milonga, mulonga, palabras” Tal Daniel Granada, sobre su origen1.
Algo similar apunta Néstor Ortiz Oderigo: “El vocablo milonga es un término kimbundu, idioma perteneciente al grupo de
las lenguas bantúes.”2 Y Carlos Vega: “La
palabra es africana, sin duda”3
Mucho
se ha hablado del misterio de la milonga, de su expansión centelleante de
1860/65 en adelante, de sus parientes y abolengos. Dos cosas, entre huecos o
carencias anteriores, adquirieron, a la fecha, certeza en estudiosos: su falta
absoluta de vínculo musical con la corriente andina o “pacífica” y que en
verdad ya existía antes de 1850, sólo que con otro nombre. Dice Vega:”La
Milonga es una especie lírica platense de corta vida independiente bajo ese
nombre. Recoge, hereda y vitaliza una antiquísima corriente musical española y
portuguesa intacta, tempranamente introducida en Iberoamérica.”4
Desbrocemos
mínimamente sus significados, para tomar después lo que nos interesan para este
trabajo.
1.-
Lugar de reunión, baile, sarao. Y no sólo en la ciudad…
“Supe una
vez, por desgracia, que había
un baile por allí, y medio
desesperado a ver la
milonga fui…”5
2.-
Danza. De pareja junta, como evolución final del ciclo sueltos-tomados-abrazados.
3.- Mujer
de cabaret o bajo fondo, que la baila. Tiene sus sinónimos ydiminutivos, prolíficos en canciones y
poesía ciudadanas: “milonguera”, “milonguita”.
4.-
Forma rítmica, en plano instrumental, para piano: “bien milonga”, “corte
milonga”.
5.-
Canción Criolla, con variedades estróficas. Dentro de ello, su incursión e
instalación en las payadas de contrapunto, en reemplazo de la Cifra.
Para
el Cancionero que nos trae, nos ocuparemos de esta última acepción de la
Milonga. Y siendo misteriosa empezaré con preguntas: ¿Cuántos orígenes y rumbos
tiene? ¿Es unívoca? ¿Cuántos modos? ¿Repite necesariamente el trajinando
peregrinaje ciudad-campaña, como tantas danzas? Ese aire que ya estaba con otro
nombre, ¿qué era, de dónde venía?La
señora Suma Paz, siguiendo el rastro de los musicólogos Guerrero Cárpena y
Wilkes, a quienes cita, señala: “hubo una melopea gitana, muy antigua, que en
Portugal se llamó melos-longa. ¿Por qué? Porque era, justamente, una melodía
larga, de carácter recitativo, es decir: para contar algo. O sea, la parte
musical no era tan importante: importaba sí lo que se decía”6
Tal
vez, de ser más importante el decir que la música, le sea sustantiva la
traducción citada de Granada: “palabras”. Veamos una posible trayectoria, según
la señera cantora que nos viene apadrinando: “Esa melos-longa pasa luego, por
razones de transculturización (durante la Conquista y Colonización) de Portugal
a Brasil. Y más adelante desde Brasil, por Río Grande do Sul, a nuestro
territorio y al Uruguay”7
Y,
para completar su desarrollo, señala que, al unirse, vía payadores, a la décima
tiempo después: “coincide con una forma musical justamente adecuada para la
décima, que es la milonga pampeana: tono menor, lenta, cadenciosa y sumamente
decidora.”8 Acaso esta variante se relacione con lo que señala Vega sobre la vecina orilla:
<Allí distinguían las milongas de ese país con el adjetivo de “criollas” y
llamaban “porteñas” a las de Buenos Aires, que reconocían por más
“quebrallonas”>9 De modo que es probable que, esa milonga “criolla”, atento el alcance
migratorio de la vieja melos-longa, sea melliza de especie pampeana.
Salvada
esta génesis, todo lo demás es trayectoria Ciudad-Campaña. Y su proliferación,
al ser nombrada Milonga, remite a ese auge finisecular del XIX. Y recorre esos
ambientes que siguieron Estilo y Pericón: circos, sainetes, teatros,
espectáculos. A diferencia de la pampeana, la milonga rioplatense de cuna
urbana cobra ritmo, se hace ligera, se vincula al candombe y al tango. Y nace
la Milonga Corralera, nacida en los corrales
suburbanos.
Ventura
Lynch y Tito Saubidet –omito citas al pie- la vinculan con la negritud. Incluso
el último vincula su ritmo con imitación burlesca de tambores negros, hecha por
payadores urbanos en estado de ocio. Vega niega estas familiaridades. Y
refiere, otra vez, Suma Paz: “de esa mezcla, de esa hibridación, nace la
corralera, que se parece más a la porteña que a la pampeana. Pero la temática
ya no es urbana, ya no es de arrabales, sino rural. Sobre todo incluye temas
regionales. Esta es la corralera,
llamada también fogonera”10
La
milonga De los reseros –incluida e
interpretada por Nuestro Archivero en el presente trabajo- es el botón de
muestra más perfecto que cabe a este tipo de milongas. Don Adolfo Güiraldes
decía que se la conocía simplemente por “Corralera”. Y está incluida en las
“Décimas y Coplas Tradicionales recopiladas por Jesús Pereyra en Capilla del
Señor en el año 1.945”
“Es digno
de estimación de parte
de los puebleros, el
incansable resero que nos
trae la mantención…”11
Más
ejemplo de hibridación que ese comienzo de campo-suburbio-ciudad será difícil
encontrar. Cuando, estrofas adelante, describe “que al fin llegan a corrales”12,
¿se refiere a los Corrales Viejos, situados en lo que es hoy el Parque de los
Patricios o al recién inaugurado de Mataderos, que al fin dio nombre al barrio?
Estos
dos modos de la Milonga parecen contradecirse con la cantidad y tipos de
milonga que conocemos, que a menudo escuchamos, que parecen sonreír a estas
distinciones. Personalmente, creo que la razón asiste a Horacio Ferrer: “La
milonga ha sido groseramente tratada y metida en la camisa de fuerza de un
uniforme que se da de patadas con la evidencia de su plural manera, y de todas
las variantes de metro, de ánimo, de tempo, de diseño, de acompañamiento y de
función dramática, coreográfica o lírica que se empareja con la pluralidad de
sus abolengos”.13
Mujer
al fin, no es raro que la Milonga tenga su misterio. Y con ser, a más, mujer
rioplatense, esta condición de su plural
manera la incluye en un viejo lugar común sobre lo femenino en estas
playas: lo lindo es su variedad.
Finalmente:
qué personalidad y coquetería será que carga, que se transformó en favorita de
payadores. Desplazó nada menos que a la Cifra en el gusto de los repentistas, a
partir de la histórica payada en que Gabino Ezeiza la inauguró para
contrapuntear con Nemesio Trejo, allá por 1884.
1 Daniel Granada, “Vocabulario Rioplatense Razonado”, Montevideo, 1957, T. I,
pág. 103 “Milonga”
2 Néstor Ortiz Oderigo “Aspectos de la cultura africana en el Río de la Plata”,
Ed. Plus Ultra, 1974, pág. 174 “Milonga”
3 Carlos Vega, “Las Canciones Folklóricas Argentinas”, Instituto de Musicología,
1965., “La Milonga”, pág. 309
4 Idem
5 José
Hernández, “El gaucho Martín Fierro-La vuelta de Martín Fierro”, Madrid,
España, 1983, Item VIII, pág. 59
6 René
Vargas Vera, “Suma Paz, Por la huella luminosa de Yupanqui”, Ediciones de aquí
a la vuelta, Bs.As. 1995, Cap. “La música pampeana”, pág. 214
7 Idem,
pág. 215
8 Idem
9 Carlos Vega, Ob. Cit. Cap. “La milonga”, pág. 312
10 René
Vargas Vera, Ob. Cit. Cap. La música pampeana”, pág. 216
11 Archivo Miguel Hours. “La milonga”, “De los reseros”
12 Idem
13 Horacio Ferrer, “El Libro del Tango, Diccionario K-Z”, Antonio Tersol
editor, Badalona, España, 1980, pág. 16