Individualista
por temática e intención, interpretado a un solo cantor con su guitarra y
tenido por muchos como la especie musical más rica del cancionero rioplatense,
no es exagerado afirmar que con sólo escuchar sus preludios se adquiere la
certeza de hallarnos ante algo distinto. “La palabra Estilo significa carácter especial de la obra del artista, modo,
manera, costumbre, etc. Sin duda, ese sentido tiene aquí también.”1
Al
igual que el Triste, carga también el Estilo con la índole desgarradora de su
temática y desarrollo, en amplio despliegue lírico: la ausencia y sus
reflexiones, el cambio de fortuna, el amor mal pagado, aves que abandonan
nidos, árboles deshojados.
Anclado
en su evolución a la Décima Espinela
o Espinelera como forma estrófica
casi excluyente, creación del fraile Vicente Espinel allá por 1591, en muchas
ocasiones, ya a fines del siglo XIX, Décima y Estilo dieron en usarse a manera
de sinónimos. De modo que en partituras o letras para aficionados o estudiosos
se lo mencionase como “Décimas o Estilo para ejecutar con guitarra”.
Ventura
Lynch los nombra o entremezcla en tal carácter y señala lo profuso de su
difusión: “Sería interminable reproducir el gran número de décimas y estilos
que forman el Parnaso del gaucho.”2Y similar es el
comentario, en tierra oriental, del maestro Ayestarán, tanto en la calidad de
la especie como en su vínculo con Décima y Triste: “Henos aquí ante la forma
lírica más noble y más socializada en el ambiente rural uruguayo. Al Estilo se
le llama también esporádicamente Décima o Triste.”3
Y
atento que, como señala el maestro precitado, el folklore “cabalga sobre la
geografía”4,
las Décimas de los Estilos cantados en ambas bandas, trascendiendo el estuario
trepan buscando lo andino. O probablemente fue al revés: de allá bajaron con su
bagaje de letras y ritmos hasta aquerenciarse en llano y cuchilla y desaparecer
casi por completo en tierras del Norte. El ya mencionado Cuaderno de Matorras citado por Juan Alfonso Carrizo nos recuerda
en su título: “Décimas y cuartetas para cantar en guitarra estilos criollos,
gauchitos tristes y alegres, vidalitas y contrapuntos por cifra…”5 El presente Archivo –señalaremos algunos ejemplos- dará prueba de esta
uniformidad de títulos sobre variopintas geografías.
Puesto
a desempeñarse en diez versos, el Estilo dio en volverse volandero. Yexquisito. De arranque nomás, sus punteos y
preludios son delicia. A continuación, en los primeros cuatro versos, se
desarrolla El Tema. Y terminado el
cuarto verso, se despliega –el gustador de Estilos lo viene esperando- el vuelo
que mentan Cielito, Allegro, Kimba, también Valseado.Y al fin, tal si por criollo y pudoroso se
llamara a recato, tras ondular del quinto al octavo verso, pareciera llamarse a
cordura. Y allá va, con los dos últimos versos, a posarse y finalizar en
exactitud con los dos primeros de la Décima.
Una
combinación favorable de circunstancias –El Circo, El Sainete, Los Salones, El
Estilismo, Los Nacionalismos Musicales- hicieron del Estilo, a fines del siglo
XIX y entrado el XX, una presencia profusa y aplaudida. Al incluirlo Podestá
desde el mítico estreno en 1886 de su Juan
Moreira en Chivilcoy -e incluso antes- armó yunta impar con el Pericón: “El
estilo, como canción y el pericón con relaciones, como danza, fueron revividos
y divulgados en medios urbanos a partir de 1884 en los dramas criollos
representados en el circo por José Podestá (Pepino el 88)”6
Llegó,
en muchas oportunidades, a sumar letras diversas sobre una sola música. “Estilo
a cantarse con la música de…” fue clásico en impresos y cuadernos musicales. El Pangaré, El Poncho del Olvido y aquel comienzo ritual en espectáculo para la
época, de:
“Sobre el alero
escarchao encontré esta
madrugada, una palomita helada que el viento había
extraviao,”
de La Piedra del Escándalo, obra dramática
de Martín Coronado estrenada en 19027, fueron temas de
algún modo familiares en la vieja ciudad porteña, en la campaña.
En su
Juan Moreira, Eduardo Gutiérrez pone
en boca de su personaje, por Estilo, la antigua décima que trae Cervantes en su
Quijote: Ven Muerte tan escondida.8 Y también aparece en el Segundo Sombra, en
ponderaciones de Fabio Cáceres a su maestro:
“De su memoria saqué estilos, versadas y baile de a dos.”9
Dice
don Atahualpa Yupanqui: “Para cantar su Estilo, el hombre no tuvo más compañía
que la llanura llena de rumores dispersos, con sus gramillas y cardales, sus
cañadones, sus caminos infinitos”.10
Finalmente,
si es verdad lo que aseguran algunas filosofías, que es en boca de poetas donde
las cosas se dicen en su última esencia, esta condición del decir, a nuestro
gusto y en relación al Estilo, le cabe al poeta oriental Serafín García:
“Por
eso me gustás: porqu`en tus hilos prendió el campo sus
lágrimas secretas…”11
Tal Su Majestad, el Estilo.
1 Carlos Vega, “Las Canciones Folklóricas Argentinas”, Instituto de Musicología,
1965, cap. “El Estilo”
2 Ventura Lynch, “Folklore Bonaerense” Ed. Secretaría de Cultura de la Nación”
Bs.As. 1994, Prólogo de Pedro Luis Barcia, “Folklore Bonaerense”, pág. 62